jueves, 27 de mayo de 2010

Descansa ya el alma cofrade de Castro

Descansa ya el alma cofrade de Castro mientras ordena recuerdos y recorre nostalgias, con la satisfacción del deber cumplido, con la alegría por el trabajo bien hecho. Descansa ya el alma cofrade de Castro con la vista oteando el porvenir, tratando de buscar los modos con los que seguir haciendo realidad las utopías, revestida del afán irreductible con el que tratar de superar cuantas encrucijadas planteen futuras épocas.

Y para hacer cofrade crónica de la Semana Santa de este año de Nuestro Señor Jesucristo de 2010, nada mejor que un vistazo a los lugares comunes de la conmemoración, a las horas repletas de sentimiento, a los días desbordados de inquietud, a la semana solapada de esperanza y devoción.

Comencemos pues por el principio del fin -desde el que tantos cofrades, si pudieran, cambiarían el cómputo del tiempo-, un Domingo de Ramos que volvió a traer el primer olor de incienso, el primer rachear costalero, el primer tronar de los tambores, la primera infantil ilusión, la primera feliz algarabía con los que volver a Castro aclamador Jerusalén. Y para que todo siguiera igual siendo distinto, la imagen de una niña estrenaba esta Semana Santa acompañando a Jesús en su Entrada Triunfal. Sin duda, el más esperanzador resurgir de los comienzos.