miércoles, 3 de septiembre de 2014

Paralelismos

"Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin  ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos... Si nada se puede esperar de las turbas monárquicas, tampoco debemos tener fe en la grey revolucionaria (...) No creo ni en los revolucionarios de nuevo cuño ni en los antediluvianos (...) La España que aspira a un cambio radical y violento de la política se está quedando, a mi entender, tan anémica como la otra. Han de pasar años, tal vez lustros, antes de que este Régimen, atacado de tuberculosis ética, sea sustituido por otro que traiga nueva sangre y nuevos focos de lumbre mental. Tendremos que esperar como mínimo 100 años más para que en este tiempo, si hay mucha suerte, nazcan personas más sabias y menos chorizos de los que tenemos actualmente”.

¡No es posible! ¡Pues no parece, amable lector, que estas palabras han sido escritas antes de ayer! Y nada más lejos. Tienen más de cien años. Son obra de Benito Pérez Galdós (1843-1920), quien, como sabe -si es que el Institut Nova Historia, organismo dependiente de la Generalidad de Cataluña  no dispone otra cosa- fue un novelista español autor de innumerables trabajos, siendo la serie titulada “Episodios Nacionales” el más conocido. La reflexión arriba expresada pertenece a uno titulado “La fe nacional y otros escritos sobre España”, el cual vio la luz en 1912. 
 Cronista y aficionado a la política-llegó a ser diputado-, fue un tenaz observador de todo cuanto sucedía en la realidad que le circundaba. Tanto es así que, a la vista de los resultados, no es difícil adivinar en él, además, alguna suerte de dotes proféticas. Cómo, si no, interpretar estos otros pensamientos vertidos en “La España de hoy” en 1901. De esta guisa nos instruía don Benito:

 “Al propio tiempo, nuestro enfermo reconoce con tristeza la esterilidad de sus esfuerzos durante todo el pasado siglo para darse un régimen político liberal a la europea. Lo más triste es que ha tardado algunos años en descubrir que el mecanismo que nos rige es un aparato de formas admirables, pero que no funciona; todas sus ruedas y palancas, todos sus engranajes y transmisiones son figurados, como las lindas máquinas pintadas que sirven para el estudio. Forman nuestro régimen político las más seductoras abstracciones. Examinados desde fuera, nuestros Códigos y todo el papelorio de leyes y reglamentos para su aplicación parecerán, sin duda, un perfecto organismo que regula la existencia del pueblo más feliz del mundo. Mirado por dentro, se ve que todo es cartón embadurnado al temple, en algunos trozos con singular maestría; pero ya va envejeciendo notoriamente la pintura, y se clarea de tal modo el artificio, que no hay ojos bastante inexpertos para ilusionarse con él. Ya nadie ve una base fundamental de la vida política en el principio de la representación del pueblo, porque el sufragio es un donoso engaño al alcance de los observadores menos perspicaces. Las elecciones se hacen sin interés, con escasa y fría lucha; la emisión del voto no apasiona ni enorgullece a los ciudadanos; estos han podido observar el esmero de los Gobiernos para componer las Cámaras, dando el conveniente número de puestos a las oposiciones y contrapesándolas con abrumadoras mayorías. Resulta que la representación del país está, con unos y otros partidos, en manos de un grupo de profesionales políticos, que ejercen, alternadamente, con secreto pacto y concordia, una solapada tiranía sobre las provincias y regiones. La Justicia y la Administración, sometidas al manejo político y sin medios de proceder con independencia, completan esta oligarquía lamentable, igualmente dura antes y después de las revoluciones que tronaron contra el antiguo régimen (...)"


lunes, 21 de abril de 2014

Ánimas

"En el nonbre de Dios Padre e Fijo e Spiritu Santo, tres personas e un solo Dios verdadero, Trenidat en las personas, vnidat en la exsenÇia.

Nos el prioste e ermanos de la cofradía de las Ánimas de Purgatorio que agora nuevamente se ordenó en la yglesia de Santa María desta noble villa de Castro el Río a seruiÇio de Dios nuestro Señor e prouecho de las ánimas de los fieles finados que están detenidas en las cárÇeres de Purgatorio, hordenamos y es nuestra voluntad con liÇenÇia et avtoridat del muy rreuerendo señor Obispo de Córdoua o su provisor o lugarteniente que nuestra devoÇión se faga de oy para sienpre jamás en la dicha yglesia de Santa María, e para el rregimiento e hordenanÇa de nuestra hermandat hordenamos e tenemos por bien los capítulos siguientes..."

Con esta breve profesión de fe, con esta simple exposición de motivos, principia la Regla. En toda ella, la devoción, el sufragio, la humana solidaridad de los vivos para con los muertos expresada a través de la oración. Y otras muchas cosas, cientos de claves con las que entender la cosmovisión espiritual, pero también terrena, de aquellos castreños a los que, siendo çinco días del mes de junio del Nasçimiento de nuestro Señor Jesucristo de mil e quatroçientos e nouenta e nueue años, les fue aprobada por la correspondiente autoridad eclesiástica la norma estatutaria que habría de regir, en lo sucesivo, la Cofradía de las Ánimas del Purgatorio que tenían a bien fundar.

Más de cinco siglos después, el pasado 2011, el conocimiento de un magnífico trabajo que, tanto del continente como del contenido del citado manuscrito, había publicado en el año 2004 D. Manuel Nieto Cumplido, nos introducía de lleno en una nueva y fascinante dimensión cofrade. Tanto es así que tras releer detenidamente el estudio, uno, como miembro de alguna de estas seculares congregaciones, no puede sino caer rendido ante muchos de los conceptos allí expresados, ante la escala de valores sobre la que se basaba el devenir de la institución, ante los principios irrenunciables sobre los que apoyar, sin condiciones, el espíritu y la finalidad para los que fue creada esta castreña cofradía a finales de la Edad Media.

lunes, 9 de septiembre de 2013

300 años después

Vuelve a estar en el candelero de todos los medios informativos el conflicto de Gibraltar. En esta ocasión como consecuencia de unos grandes bloques de hormigón que los gibraltareños han arrojado a la bahía, según parece, para crear una especie de arrecife artificial que, sin embargo, en palabras de nuestros compatriotas pescadores, lo que hacen realmente es impedir su trabajo en este tradicional caladero. Una más. Otra más. Nada nuevo bajo el sol.

Las consecuencias y su correspondiente acción-reacción no han tardado en llegar. El Gobierno español utiliza las medidas de presión a su alcance y el británico responde con las suyas, entre las que habitualmente suele incluir, supongo que por si se nos ocurriera invadirlos, algún que otro buque de la Navy.

El resultado final, el de siempre. A aquél lado de la verja, el carcajeo generalizado a cuenta de la enésima vuelta de tuerca que, de forma palpable, va consiguiendo todos y cada uno de sus propósitos ante el convencimiento y la experiencia acumulada de que, enfrente, sólo tiene a alguien que todavía no sabe muy bien lo que quiere y que, según el tiempo político que toque, actúa cual veleta al albur de los vientos.

A este lado, quejas, lamentos, impotencia, descontento generalizado y un creciente hartazgo ante la torpeza de las castas políticas que pastorean nuestros destinos -y nuestros impuestos- y que, ensalzados en sus minucias y corruptelas varias, prefieren utilizar el caso como arma arrojadiza contra el no correligionario en vez de hacerlo contra el verdadero causante de la situación. La penosa disputa doméstica, aparte del inútil gasto de energías, ofrece de paso y gratuitamente una imagen pública lamentable, bochornosa, indigna de quienes se jactan, sin pudor, de perseguir el interés general.

jueves, 27 de mayo de 2010

Descansa ya el alma cofrade de Castro

Descansa ya el alma cofrade de Castro mientras ordena recuerdos y recorre nostalgias, con la satisfacción del deber cumplido, con la alegría por el trabajo bien hecho. Descansa ya el alma cofrade de Castro con la vista oteando el porvenir, tratando de buscar los modos con los que seguir haciendo realidad las utopías, revestida del afán irreductible con el que tratar de superar cuantas encrucijadas planteen futuras épocas.

Y para hacer cofrade crónica de la Semana Santa de este año de Nuestro Señor Jesucristo de 2010, nada mejor que un vistazo a los lugares comunes de la conmemoración, a las horas repletas de sentimiento, a los días desbordados de inquietud, a la semana solapada de esperanza y devoción.

Comencemos pues por el principio del fin -desde el que tantos cofrades, si pudieran, cambiarían el cómputo del tiempo-, un Domingo de Ramos que volvió a traer el primer olor de incienso, el primer rachear costalero, el primer tronar de los tambores, la primera infantil ilusión, la primera feliz algarabía con los que volver a Castro aclamador Jerusalén. Y para que todo siguiera igual siendo distinto, la imagen de una niña estrenaba esta Semana Santa acompañando a Jesús en su Entrada Triunfal. Sin duda, el más esperanzador resurgir de los comienzos.

viernes, 9 de abril de 2010

Cartas a C: Un paseo por el tiempo

Querido C:

Sumergirse en la nostalgia produce siempre sensaciones contrapuestas. Una gran mayoría de las veces, la íntima realización de este ejercicio termina por desembocar en una tristeza melancólica invadida de recuerdos, palpables y vivaces en nuestra mente, sutiles e intangibles irremisiblemente en la realidad. Y es que, de ninguna manera, casi nada de lo que añoramos es recuperable; ni ausencias queridas, ni edades pasadas, ni momentos vividos. Mucho menos el tiempo, siempre en constante e indiferente avance cual infinito bucle. Afortunadamente, entre vuelta y vuelta, este implacable juez nos permite en ocasiones la oportunidad de recrear lo vivido, de andar por donde anduvimos, de poder ver lo que alguna vez vimos, de rescatar olvidadas emociones para volver a gozar con lo ya conocido.

Sabes, últimamente he podido disfrutar con una de estas oportunidades. He podido trasladarme muchos años atrás, alegrarme al comprobar que no todo está perdido. Últimamente, he podido deleitarme con unos rincones singularmente bellos a los que la mayor parte del año nos empeñamos en tapar, en afear, en violentar. Últimamente, he podido apreciar que la cal ha renacido inmaculada como si fuera primavera, y que las paredes sobre las que se adhiere no han perdido ni un ápice de su firmeza. Últimamente, me han vuelto a alumbrar aquellos vetustos faroles, los que permitieron irse a descansar a las tenues y coronadas bombillas; la luz que irradian sigue siendo mudo testigo del deambular de las sombras y, si le preguntas, asiente que de noche también se escriben historias. Últimamente, los rehechos empedrados han escapado por unos días del avasallante sabor del caucho y lo han cambiado por el de serenas pisadas que, en inusual tránsito, apenas si querían molestar ni dejar huella. Sí continúan dejándolas algunos modernos e idealizados ingenios; en varias esquinas he comprobado que muchos de sus sempiternos desplomes han sido de nuevo agredidos. Quedan los recodos horadados, el difuso y rozado color, el contemporáneo sacrificio que, a modo de perniciosa herida, debe hacer la desigual estrechez.